Aunque parezca mentira, los textos contestan (si se les pregunta...)
Porque nos parece que no solo nos podemos quedar con ese nivel de lectura que distingue entre argumento y tema ni tampoco solo con lo que a continuación se presentará, si no que la idea es que esto sea algo así como un dispositivo para elucidar la curiosidad y construir herramientas.
Continuando
la línea de la comprensión lectora es imperioso ahondar sobre las respuestas que se hallen en una interpretación del texto mediante algunas preguntas: ¿Qué, dónde, cómo y por qué? Serían algo así como el "esnórquel" y el texto un mar semántico que cobra vida al aventurarnos en él...
La primer pregunta ¿QUÉ? refiere a: ¿Qué me comunica el autor?
Esto aunque les parezca una insipidez no lo es puesto que, una vez que hayan podido enunciarlo con sus palabras no solo lo habrán entendido sino también poder comunicarlo ergo estudiado y no memorizado únicamente.
O también, y más referido a los textos literarios, la pregunta ¿Qué? puede ir más dirigida a algo específico: ¿Qué es lo que voy a analizar: el título, un personaje, una figura retórica, un determinado fragmento, una imagen, el tratamiento de un tema, la vinculación de, etc?
Empero para ser ordenados existen dos preguntas más que nos asisten en ese asunto: ¿Dónde, y, cómo? ¿dónde, en qué lugar del texto se encuentra lo que voy a analizar? y ¿cómo aparece, cuáles son las palabras que utilizó, escogió el autor para comunicarlo, para hacerlo?
Y, para un análisis posible, lo primero sería responder a la pregunta ¿POR QUÉ? ¿Por qué hizo ello, qué efecto genera, qué significa, qué connota ello?
"Just" de la banda británica RadioHead:
“Moral para intelectuales” de Vaz
Ferreira.
“(…) El deber de cultura en los estudiantes
se obscurece y se complica, sobre todo, por la acción que ejercen sobre la
manera de estudiar, y sobre las mismas mentes juveniles, ciertos procedimientos
de fiscalización (poner en tela de juicio),
de que el Estado, al organizar la enseñanza, no puede prescindir.
Esos procedimientos (exámenes, escritos)
tienden a producir un efecto paradojal a causa de que genera estrechez mental (...)
No fomentan el estudiar para saber, sino el
estudiar para demostrar que se sabe de modo memorístico (…)
Mi consejo es que cada alumno investigue más
allá de los textos propuestos por el profesor, de acuerdo a sus intereses (…)”
“Sobre
la enseñanza de la filosofía” de Vaz Ferrerira.
“(…) El efecto principal de la filosofía es
suscitar el espíritu filosófico, la
crítica, la sinceridad de la posición mental; la completa sinceridad: saber qué
es lo que se ignora que es más difícil que aprender a saber. La discusión para
triunfar debe ser proscripta de esta aula más que de ninguna, ha de enseñarse a
cambiar ideas para comprender mejor, para ver más aspectos de las cuestiones:
si se quiere conservar el término discutir, ninguna clase se presta como ésta a enseñar a hacerlo
bien, conservando el espíritu siempre dispuesto y sensible para la comprensión,
para el cambio, para la duda (...)”
“Historia” en “Historia de cronopios y de
famas”
de Julio Cortázar.
Un cronopio pequeñito buscaba la llave de la
puerta de la calle en la mesa de luz, la mesa de luz en el dormitorio, el
dormitorio en la casa, la casa en la calle. Aquí se detenía el cronopio, pues
para salir a la calle precisaba la llave de la puerta.
“La
foto salió movida” en “Historia de cronopios y de famas” de Cortázar.
Un cronopio va a abrir la puerta de calle, y
al meter la mano en el bolsillo para sacar la llave lo que saca es una caja de
fósforos, entonces este cronopio se aflige mucho y empieza a pensar que si en
vez de la llave encuentra los fósforos, sería horrible que el mundo se hubiera
desplazado de golpe, y a lo mejor si los fósforos están donde la llave, puede
suceder que encuentre la billetera llena de fósforos, y la azucarera llena de
dinero, y el piano lleno de azúcar, y la guía del teléfono llena de música, y
el ropero lleno de abonados, y la cama llena de trajes, y los floreros llenos
de sábanas, y los tranvías llenos de rosas, y los campos llenos de tranvías.
Así es que este cronopio se aflige horriblemente y corre a mirarse al espejo, pero
como el espejo está algo ladeado lo que ve es el paragüero del zaguán, y sus
presunciones se confirman y estalla en sollozos, cae de rodillas y junta sus
manecitas no sabe para que. Los famas vecinos acuden a consolarlo, y también
las esperanzas, pero pasan horas antes de que el cronopio salga de su
desesperación y acepte una taza de té, que mira y examina mucho antes de beber,
no vaya a pasar que en vez de una taza de té sea un hormiguero o un libro de
Samuel Smiles.
“Un mar
de fueguitos” en “El libro de los abrazos” de Eduardo Galeano.
Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de
Colombia, pudo subir al cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado,
desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.- El
mundo es eso - reveló-. un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona
brilla con la luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay
gente de fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay
gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que
llena el aire de chispas; algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman,
pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin
parpadear, y quien se acerca se enciende.
“El
hambre 2” en “El libro de los abrazos” de Eduardo Galeano.
Un sistema de desvinculo: El buey solo bien
se lame.
El prójimo no es tu hermano, ni tu amante. El
prójimo es un competidor, un enemigo, un obstáculo a saltar o una cosa para
usar. El sistema, que no da de comer, tampoco da de amar: a muchos los condena
al hambre de pan y a muchos más condena al hambre de abrazos.
“El
dinosaurio” en “La oveja negra y demás fábulas” de Augusto Monterroso.
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba
allí.
“La
oveja negra” en “La oveja negra y demás fábulas” de Augusto Monterroso.
En un lejano país existió hace muchos años
una Oveja negra. Fue fusilada.
Un siglo después, el rebaño arrepentido le
levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque.
Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían
ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras
generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la
escultura.
“47” en
“No” de Idea Vilariño
Como un disco acabado
que gira y gira y gira
ya sin música
empecinado y mudo
y olvidado.
Bueno
así.
Saludos,
Rafael